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viernes, 7 de mayo de 2010

Cuestión de pura inercia.


Ayer asistí a un espectáculo dantesco, otro más de los que empiezan a ser, por desgracia, comunes en la televisión. Lo cierto es que fue por poco tiempo, ya que enseguida me aburrí y me dediqué a otros menesteres. En concreto me refiero al programilla "Supervivientes": apenas ví nada más que el principio, la llegada a la isla, pero confieso que eso me bastó. Éstos cerebros pensantes de la televisión empiezan a darme miedo en su eterna búsqueda del más dificil todavía (= más dinerito pa´nuestra buchaca), y éste año no se les ocurre otra cosa que realizar el salto de helicóptero más arriesgado de todos los realizados hasta ahora. Y no refiero a que además sea el realizado a más altura. ¿Ignorancia o mala leche? Me inclino por lo segundo. Si bien es cierto que los señores del despacho deben ignorar mucho sobre cómo saltar, he deducido que la tripulación del helicóptero no. Si son profesionales, deben de haber comentado las características de dicho salto a sus enlaces con la televisión, por lo que llego a la conclusión que al final los primeros optaron por que los segundos los lanzaran de la forma más peligrosa. Y es que es más morboso el pensar en el guarrazo que se pueden dar ¿no? Me refiero en particular a que, aparte de la altura excesiva, los lanzaron desde la posición de sentados. Admito que jamás he saltado desde un helicóptero pero en mis tiempo mozos sí que tenía afición a saltar al mar desde las rocas. Mi record está en once metros, uno detrás de otro, y la verdad es que a esa altura un pequeño fallo conlleva estrellarse con una superficie que de repente se vuelve como el hormigón. Y en cierta ocasión lo comprobé, ciertamente.

Volviendo al programa, lo correcto habría sido saltar de pié, desde una rampa trasera un estribo, un patín o desde una plataforma habilitada para ello. Ello permite que uno mismo controle en cierta manera su estabilidad y su equilibrio. Dejarse caer desde la posición de sentado, sin el debido impulso de las manos, significa que en nueve de cada diez ocasiones te estampes de morros: es una cuestión de pura inercia. Pero a los directivos del programa no les quita el sueño que exista la posibilidad de que alquien sufra un accidente grave, conmoción, rotura de algo importante... el morbo y la prima del seguro hacen que merezca la pena el riesgo.

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