Fondo

lunes, 22 de febrero de 2010

Los hijos de Jack Rackham


La verdad es que hoy me apetecía colgar una entrada que hablase del airsoft, ese juego-deporte de simulación táctica que se me lleva los dineros, pero al abrir el correo me he encontrado un correo de un colega referente a la SGAE. De todas las entidades que existen, que ostentan cualquier tipo de poder, ésta en particular es la que más odio; no podeis imaginaros cuánto. Más incluso que una inspección de Hacienda y una pareja de la Guardia Civil de Tráfico juntos.

El caso es que, resumiendo, el correo habla de un carpintero a quien Serrat compra una mesa. Posteriormente el cantante invita a sus amigos, que disfrutan de manjares en esa misma mesa. Se aprovechan del trabajo realizado por el honrado carpintero. ¿Acaso no tiene derecho éste a cobrar un canon a los invitados del cantautor por disfrutar de su creación? Es más, ¿acaso no tiene derecho a cobrar por cualquiera que utilice una mesa, aunque sea del IKEA? Él se ofrece a recaudar el dinero y después reparte con el que sea.

Parece absurdo, pero eso es exáctamente lo que hace la SGAE. ¿Acaso mi mecánico cobra algo a los que se suben a mi coche? ¿O la dependienta donde compro mis pantalones me exige dinero cada vez que me los pongo? Entendemos que en ésta sociedad debemos pagar por por un bien o un servicio. Hasta ahí es correcto. ¿Pero cuánto debemos pagar a lo largo del tiempo? Cuando compro algo, entiendo que adquiero su propiedad. Si lo rompo, lo quemo o lo regalo es cosa mía, de la misma manera que es cosa mía poner música en una fiesta en mi casa para que mis invitados se sientan más a gusto.

Hace poco salía en las noticias algo que nos dejó helados: la SGAE cobraba un dinero a unos alumnos por representar una obra de teatro en su colegio. Pa mear y no echar gota. Si echamos la vista atrás, podemos encontrar cada pocos días una noticia similar. Para más inri, nuestro querido presidente nombra ministar de cultura a una directora de cine; quién méjor que ella para saber de qué va el tema. Los de la SGAE debieron nombrar ese día como fiesta oficial, ya los estoy viendo corriendo hasta la cercana plaza de Colón para bañarse en la fuente. Ahora tiene patente de corso para cobrarte por lo que les salga del orto, ya que, como dice el refrán, tienen a San Pedro para que se lo bendiga. Hace un tiempo comentaba con mi amigo el Duque una idea para un corto: la SGAE se volvía el poder tras el poder, eran los amos del cotarro con potestad para hacer y deshacer a su voluntad. Al ritmo que vamos, no será raro que lleguemos a ese punto.

Pero por mi parte no será así. No, hijo, no. Aquí y ahora declaro mi intención de fotocopiar, duplicar, descargar y hacer todas esas cosas que dice que están prohibidas. Dicen, porque actuan como si fuese así. Ejemplo: me compro un DVD virgen. Un porcentaje alto del precio es el puto canon ¿no? Bien. La SGAE no sabe para qué lo quiero, no tiene ni idea de si va a ser usado para grabar una peli que he descargado o para grabar un montón de fotos de mis viajes para poder liberar espacio del disco duro, aunque presuponen la primera opción. Me condenan sin pruebas, la presunción de inocencia se la pasan por el arco del triunfo (algo que yo creía que era inconstitucional). Grabarme la dichosa película es delito, dicen. Entonces ¿por qué tengo pagar un impuesto por ello? Según mi manera de verlo, desde el momento en el que se impone un pago por ello se está legitimando que grabe, copie o reproduzca lo que sea. Así que a piratear se ha dicho. Creo que ésta medida es la más adecuada: la otra opción es, parafraseando a Pérez Reverte, agarrar la escopeta y hacer que lo de Puerto Urraco parezca una merienda campestre.

Así que quiero hacer desde aquí un llamamiento a todos los que, como yo, están hartos del régimen dictatorial al que nos vemos sometidos. Enarbolemos la bandera de nuestro padre espiritual Jack Rackham (o la de Piratas del Caribe, no importa), compremos un parche y un loro e iniciemos nuestra andadura como piratas digitales. Para alguno ya voy tarde con la noticia; otros, como yo, no tendrán ni el emule instalado (mañana me lo descargo, palabra). El caso es que, solo porque me lo prohiben, porque me toca los cascabeles y/o porque me apetece, a partir de éstos momentos soy un pirata. De hecho, y para meterme más en el papel, mientras escribo ésta entrada le estoy dando un repaso al ron jamaicano con hielo. Me pregunto si me prestará la vecina su periquito.


EDITADO 24-O2: Acabo de ver en las noticias que el ínclito y ubérrimo presidente de la Hermandad de los Cuarenta Ladrones, don Teddy Bautista, se va a jubilar con la miserable paga de 24.000 euros al mes, un poco menos de lo que cobra actualmente. Desde la SGAE confirman la noticia y se extrañan del revuelo que ha causado la cifra. Manda huevos, que decía aquel. Si el Alí Babá con nombre de oso se lleva eso al mes ¿cuánto se ingresa el resto de su banda?

Al final voy a tener que empezar a limpiar la dichosa escopeta.

2 comentarios:

  1. Aplausos, Aplausos y más Aplausos.


    Prpn_! desde 42Tanith.

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  2. Hombre, controvertido tema el de la SGAE y los derechos de autor; creo que teniendo razón en buena parte del "fondo", se equivocan en las "formas" y "medios" y sobre todo en el "objetivo" de sus pesquisas y reclamaciones.
    No es muy coherente que nos cobren un canon por la compra de CDs, pendrives, discos duros, etc.... presuponiendo que todos vamos a guardar/reproducir contenidos no legales y sin embargo nos quieran sancionar por almacenar esos contenidos.

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